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Cuando el cine busca la costa

CRÓNICAS DE ATLÁNTIDA

Por Wilson Mesa

La zona costera de Canelones ha servido de locación para unas cuantas películas nacionales y también extranjeras; a saber: “La Casta Susana” (1944); “El niño y la cometa” (1977); “Vicio en Miami” (2005) y “El viaje hacia el mar” (2002).
Esta última, sin ser la que más escenas tiene filmadas en la costa de Canelones, es tal vez la más conocida a nivel de los uruguayos. Con respecto a inversión de recursos materiales y humanos la película de Michael Mann (“Vicio en Miami”) contó con un gran despliegue escenográfico y necesitó varios meses de trabajo de obreros aquí. Pero en realidad las escenas filmadas en Atlántida que se incluyen en la película, después de la edición, duran apenas unos pocos segundos. Cosas de la cinematografía. (Ver crónica “Cuando Hollywood estuvo aquí”, revista CENTRO Nº79).
En “El viaje hacia el mar”, en cambio, se pueden ver varias escenas que transcurren en Costa Azul, Atlántida y Parque del Plata. Incluso el final de la película se filmó en la playa del Balneario parquense.
Es una producción uruguaya, dirigida por Guillermo Casanova y en la que actúan Hugo Arana; César Troncoso; Julio César Castro (Juceca); Julio Calcagno, Diego Delgrossi y Héctor Guido.
Está basada en un cuento de Juan José Morosoli que tiene el mismo nombre. En síntesis, se trata de un camionero, “Rodríguez” (Hugo Arana), que invita a cuatro amigos a conocer el mar. Para ello emprende un camino por las sierras de Lavalleja y Maldonado hasta llegar a la costa de Canelones. Los amigos son: el sepulturero “Quintana” (Julio Calcagno); el vendedor de loterías “Siete y Tres Diez” (Juceca); el barrendero “Rataplán” (Diego Delgrossi) y “El Vasco” (Héctor Guido).
A los cinco viajeros iniciales se les suma un personaje misterioso del cual nunca se llega a conocer ni nombre ni apodo, simplemente es “el desconocido” en el relato, (César Troncoso).

ELIGIERON ESTA COSTA


Para la filmación se utilizaron locaciones en Minas; Aiguá; un camino serrano; Costa Azul, Atlántida y Parque del Plata. Lo curioso, a mi modo de ver, es que el director de la película no haya elegido filmar la llegada al mar en Piriápolis o en La Floresta, lugares de veraneo que tradicionalmente han sido el destino elegido por los minuanos cuando van “a la playa”.
Pero lo cierto es que, para suerte nuestra, el mar que ellos vienen a conocer es el Río de la Plata al bañar estas costas canarias. Debo aclarar que Juan José Morosoli no menciona en su relato ninguna playa en particular, por lo que el director Casanova tenía las manos libres para elegir cualquiera.


Y los viajeros invitados –salvo “el desconocido”- no tienen idea de dónde están las tales playas ni cómo se llaman, lo que queda en evidencia en el siguiente diálogo:
«En el café había un solo hombre, sentado al lado de la puerta, desconocido para Rataplán, lo que quiere decir que no era del pueblo. -Buen día -dijo aquél al entrar. -Bueno -respondió el otro, y acercó una silla al recién llegado como si le conociera o estuviera esperándole y, tras un silencio, agregó: -¿Madrugó, eh? -Sí -respondió Rataplán- estamos de viaje a la playa. -¿A qué playa? -¿Hay más de una? -¡Uf!… Muchísimas. ¿No conoce el mapa? -No señor, no lo conozco… -Pues playas hay muchísimas… -Habrá. A nosotros nos lleva Rodríguez ¿No ve que nunca hemos visto el mar? » (diálogo dentro del cuento de Morosoli).

AMBIENTACIÓN DE ÉPOCA


Algunos de los lugares elegidos para filmar tuvieron que ser ambientados con detalles que les dieran una pátina “antigua”; porque se está hablando de un tiempo de seis décadas atrás, lo cual se aprecia en el tipo de vehículos que se ven, en la música, en la vestimenta de los “extras”, etc.
Por ejemplo, el camión -que tiene gran importancia en el film- puede a yudar a calcular el tiempo de los hechos que se narran.
Hay que recordar que Morosoli publicó el cuento “El viaje hacia el mar”, por primera vez, en el año 1952 (Almanaque del BSE), de manera que en general se quiso respetar la época en la que transcurre la historia al filmarla en el año 2002.
La película fue nominada en los Premios Goya 2004 a mejor film extranjero de habla hispana y fue ganadora del premio “Colón de Oro” del 29º Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.


CONOCIENDO EL MAR


En la playa de Parque del Plata termina la película. El camionero “Rodríguez” ha tratado de trasmitirle a sus acompañantes la emoción que le provoca contemplar el mar, pero no logra ver el mismo entusiasmo en ellos. Les va preguntando uno por uno qué es lo que piensan y las respuestas son muy simples y nada entusiastas.


Llega así al último interrogado, “Rataplán” (Diego Delgrossi), con el cual mantiene un diálogo memorable.
Le dice “Rodríguez” a “Rataplán”: » -¿Y, Rataplán, qué te parece? ¿te imaginabas algo así vos?
-No, no, no, qué me voy a imaginar.
-¿Es grande… o no es grande?
-Sí, como grande…es grande…pero no tiene barcos… y pa’mí el mar sin barcos es como un campo sin árboles. Claro, vos pintás un campo y no le ponés árboles y no tiene gracia…Con el mar vendría a ser lo mismo ¿no?.
-Claro…pero los barcos están… -mientras el otro lo miraba incrédulo, el camionero continuó-…Están, pasan por el canal, acá, dos leguas y pico. En este momento estará pasando uno. Rataplán trató de pararse en puntas de pie y miró en la dirección que señalaba Rodríguez.
-No, no, no se ven, no….
-No, no los vas a ver… porque la Tierra… es redonda –dijo el camionero.
Se disponía a seguir explicando cuando Rataplán, con sorna, preguntó nuevamente:
-¿Qué? ¿y el agua es redonda también?…».
Hasta aquí llego yo. Si quieren saber cuál fue la reacción de “Rodríguez” tienen que ver la película.


CONCLUSIÓN

Una observación que se puede hacer, al ver las fotografías y la película, es la forma en que han cambiado, en veinte años, los lugares donde se filmaron escenas, especialmente la playa de Parque del Plata. Si uno recorre esos sitios comprueba que la transformación es muy grande, en unos casos en forma positiva y en otros no tanto. Y no se trata solamente del paso del tiempo sino también del descuido humano.
Atlántida y sus cercanías tienen lugares de valor turístico y patrimonial que no son debidamente apreciados, ni destacados, ni conservados.
Son atracciones que podrían interesar a los visitantes, además de las arenas y el agua.
Para ello tiene que haber una conciencia general en la comunidad y autoridades de turno, de lo que implica vivir en un lugar excepcionalmente dotado por la naturaleza, pero teniendo claro que a la naturaleza hay que cuidarla, conservarla y embellecerla, para después poder “venderla” (en el mejor sentido de la palabra). Eso es lo que sucede en aquellos lugares turísticos que mantienen su vigencia a lo largo del tiempo, tanto en Uruguay como en otros países del mundo.

Cartel que señala el lugar actualmente – Foto A.G.B. 2022

FUENTES-
-Película completa en youtube.
-Cuento “El viaje hacia el mar” de J.J. Morosoli.
-Agradezco especialmente los datos aportados por Alfredo Gutiérrez, que por casualidad presenció parte de la filmación en Atlántida en el año 2002.
IMÁGENES – Capturas de pantalla y fotografías de Arinda González Bo.

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